Frailes Filosofado La Linda

Frailes Filosofado La Linda
De Derecha a Izquierda Fr. Jorge Edgar Buitrago (Prior y Rector de la Casa); Fr. Iván Vásquez (Director Espiritual y Profesor de Música); Fr. Fernando Murillo (Estudiante de Filosofía); debajo Fr. Orlando Bustamante (Formador Propedéutico); Fr. Juan José Rodríguez (Formador Postulantado); Fr. Pedro Duitama (Colaborador Propedéutico)

Buscar este blog

Filosofado La Linda

Hablar de la Linda es evocar un lugar muy querido por todos. Su ubicación a escasos siete kilómetros de Manizales, es una pequeña y hermosa meseta, que le da un clima diferente al de la ciudad, dice mucho de este sitio en el cual esta ubicado hoy un edificio que en su flora sirven de alimento a las abejas que conforman las colmenas que allí tiene la comunidad. Por su ubicación es un lugar preferido para retiros y cursos de renovación.
Esta casa fue erigida canónicamente el 6 mayo 1930. Desde ese año y hasta 1976 funcionó el Colegio Apostólico con aceptables resultados. En 1979 fue destinado a postulantado, etapa previa para ingresar al noviciado, desde entonces nuestra casa ha formado a muchos frailes en el campo filosófico, espiritual y deportivo.

jueves, 25 de marzo de 2010

OAR en Casanare

Casi cuatro siglos de evangelización al estilo agustino recoleto
Es la misión más antigua de las que ahora tiene la Orden de Agustinos Recoletos. Casanare, en la región oriental de Colombia, conocida popularmente como Los Llanos Orientales, es uno de los 32 departamentos del país y se encuentra a 387 kilómetros de la capital, Bogotá. Ocupa el 4% del territorio colombiano y cuenta con una población que ronda los 300.000 habitantes. Desde 1662, los agustinos recoletos desarrollan su tarea de evangelización, haciendo frente a las enormes dificultades de una de las zonas de Colombia más castigadas por la pobreza y la violencia armada. Cada comunidad cuenta con tres religiosos aproximadamente. Todos los centros de misión están ubicados en los municipios más importantes: Yopal, Paz de Ariporo, Maní, Orocúe, Trinidad, a excepción de Bocas del Pauto que es un corregimiento de Trinidad.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Postulantado 1era etapa



Joven respóndele a Dios al llamado que te está haciendo, y síguele en la vida Agustina Recoleta

Actividades


La vida del Agustino Recoleto en su primera etapa de formación no solo se basa en la oración y estudios, sino en múltiples actividades deportivas, ludicas ; por ejemplo tenemos Caminatas, formación deportiva en donde se practica la Natación, Fútbol, Voleibol, Pelota Vasca, Basquetbol, y en lo recreativo, Pin Pon, Billar,Gimnasio... En fin la vida del seminarista agustino recoleto en el filosofado la linda, consta de muchos aspectos.

martes, 23 de marzo de 2010

Provincia Ntra. Sra. de la Candelaria


El origen del movimiento agustino recoleto en Colombia se debe a unos ermitaños que al llegar al sitio donde hoy se levanta El Desierto de la Candelaria, buscando un director espiritual, encontraron en el padre Mateo Delgado al organizador de una comunidad que creció como frondoso árbol, que años más tarde unió a la recolección agustiniana española. Para refrescar los conocimientos, estos son los nombres de los ermitaños: Diego de la Puente (o de la Fuente), Domingo de Anaya (o de Amaya), Juan “X”, Alejandro Mateus, Pedro Martínez, Miguel Suárez, Francisco Rodríguez, Juan Rodríguez, Alfonso Sánchez, Alonso de Paredes, Nicolás de Ortiz (o de Ortí) y Antonio de la Cruz.


En los últimos años del siglo XVI el padre Mateo Delgado entró en contacto con unos ermitaños que acababan de construir una ermita a la Virgen de la Candelaria a orillas del río Gachaneca, a quienes aconsejó que buscaran apoyo en los superiores de su Orden para transformar la ermita en convento regular e implantar el estilo propio de las recolecciones.


Los ermitaños acogieron el consejo y en mayo de 1604 ofrecieron la ermita a la provincia agustiniana de Colombia con la condición de que colocaran en ella religiosos recoletos; el 29 de junio de ese año el consejo provincial aceptó la donación y encomendó al Provincial, padre Vicente Mallol, la redacción de los estatutos que deberían vivir los religiosos.

El padre Vicente Mallol ejecutó el mandato del consejo con prontitud: el 12 de agosto de 1604 un delegado suyo, el padre Francisco Cerezo, tomaba posesión de la ermita e imponía el hábito a los primeros recoletos colombianos: Mateo Delgado, Antonio Correa y Juan Rodríguez; sus estatutos, redactados en doce puntos, plasmaban un proyecto de vida austero y silencioso, orientado a la oración y la ascesis. En 1616 sustituyeron las descarnadas normas del padre Mallol por la Forma de vivir de fray Luis de León, en 1627 solicitaron profesores españoles y en 1629 lograron que Urbano VII segregara los conventos de la provincia calzada de Colombia y los anexara a la Congregación de España.


Pronto los muros del convento resultaron estrechos para alojar a quienes deseaban abrazar el ideal recoleto; en 1606 fray Alonso de Paredes, acompañaba al Provincial en la fundación del segundo convento recoleto en América, el de La Popa en Cartagena; seis años más tarde surgió el tercer convento en Panamá.



Además de los conventos de Ráquira, Cartagena y Panamá, existen otras fundaciones. En 1635 el padre Francisco de la Resurrección levantó un albergue en Bogotá que con el tiempo se convirtió en la casa más importante de la provincia; en el mismo año se instalaron en Tunja varios religiosos procedentes de El Desierto; en 1644 los religiosos de Panamá buscaron refugio en Cartago (Costa Rica) donde se tuvo un convento que durante varios lustros fue un importante centro evangelizador; en 1667 se establecieron en Honda buscando un punto de unión entre los conventos de Cartagena y Panamá con los de Ráquira y Bogotá. El influjo de los recoletos colombianos llegó a Perú y Bolivia con la fundación de las recoletas de Lima y Misque, respectivamente.


Volviendo a los inicios y dado que hubo religiosos que quisieron acabar la reforma, el padre Mateo envió algunos delegados a Roma, quienes regresaron con letras favorables tanto del Papa como del General de la Orden.


A pesar de estos documentos, las tensiones no se acabaron hasta que los descalzos se independizaron y decidieron unirse a los recoletos españoles.Urbano VIII con el breve Universalis Ecclesiae regimini del 16 de julio de 1629 ordenó que los recoletos americanos vivieran unidos a los españoles con absoluta independencia de la provincia Nuestra Señora de Gracia. Una vez obtenido este breve, la tensión se volvió a presentar porque algunos religiosos no querían la separación aunque deseaban vivir el ambiente de la recolección. Parece que esta tensión dio pie para que los recoletos españoles abandonaran en 1637 a los recoletos americanos; frente a esta situación el padre Francisco de la Resurrección regresó a Europa y obtuvo del Papa un breve por el cual los americanos quedaban separados de la Congregación de España, erigiendo una provincia independiente bajo la autoridad del Padre General; en 1642 el Capítulo General de la Congregación de España determinó la recuperación y en 1649 el breve de Urbano VIII adquirió plena vigencia.


A partir de entonces y durante casi dos siglos los recoletos americanos vivieron una vida relativamente serena; de origen ordinario eran cien religiosos que alternaban la vida conventual con la actividad apostólica misionera desde una profunda devoción mariana bajo la advocación de la Virgen de la Candelaria.


A tal punto que para los recoletos americanos La Candelaria es su virgen, y el pueblo cristiano lo aceptó porque durante algún tiempo los llamó “padres candelarios”.

Por lo que hace referencia al aspecto misional, era el fuerte de la acción pastoral de la comunidad, los recoletos tuvieron dos campos importantes: Urabá y Casanare, además de la isla Santa Catalina y la desembocadura del río Orinoco. Entre 1626 y 1638 el convento de Cartagena protagonizó una empresa misional entre los nativos de Urabá, Darién y Chocó; la de Urabá terminó en 1633 con la muerte violenta de tres religiosos conocidos como los mártires de Urabá: Alonso de la Cruz, Miguel de la Magdalena y Bartolomé de los Ángeles; después los religiosos recoletos evangelizaron en Darién y Chocó, de donde salieron a los pocos años. Los primeros recoletos llegaron a Casanare en 1662 y se establecieron en el territorio delimitado por los ríos Upía y Cusiana, al suroeste de la región; cuando fueron expulsados los jesuitas, los recoletos extendieron la acción misionera a las riberas de los ríos Meta y Arauca, donde fundaron varios poblados indígenas y llevaron adelante una interesante gesta misionera que a duras penas alcanzó a superar la crisis de la independencia.

Cinco décadas de dificultades (1810-1861)


El 20 de julio de 1810 estalló la revolución colombiana que, liderada por criollos, pretendía la independencia política de España; desde esa fecha y hasta 1861, Colombia atravesó por una crisis política, social, religiosa y económica al cambiar de colonialismo.


Con el grito de independencia se inició un crítico trance para la comunidad debido a que varios superiores eran ibéricos y algunos religiosos se unieron a la causa de la emancipación.

Una vez obtenido el triunfo, los vencedores comenzaron a perseguir las comunidades religiosas con leyes que distorsionaban la realidad. El congreso de Angostura de 1824 ordenó la supresión de los conventos que tuvieran menos de ocho religiosos; a partir de esa fecha, se dieron varias leyes tanto a favor como en contra de los religiosos: en 1824 fueron enajenados capellanías y bienes de manos muertas; en 1828 Bolívar trató de moderar las leyes al ordenar el restablecimiento de los conventos suprimidos; el congreso de 1831, suprimió los conventos regulares que no tuvieran por lo menos ocho religiosos de misa exceptuando a los hospitalarios; en 1832 fue expedida una ley que anuló los decretos bolivarianos de 1828. El cúmulo de leyes permite afirmar que estas décadas marcharon entre la persecución y la languidez espiritual y económica de la comunidad en Colombia, pero aún faltaba lo peor: la desamortización de 1861.
La Constitución política de Colombia de 1858, firmada bajo el gobierno del conservador Mariano Ospina, estableció que ninguna ley de la Confederación en general ni de los Estados en particular podría dar a templos y edificios destinados al culto público una aplicación distinta a la que tienen ni gravarlos con contribuciones; al poco tiempo estalló una guerra civil en la que triunfó Tomás Cipriano de Mosquera, quien el 19 de septiembre de 1861 dio un decreto por el cual las comunidades religiosas eran despojadas de sus posesiones, y el 5 de noviembre del mismo año fue promulgado el decreto de tuición por el cual la Iglesia se vio sometida por parte del Estado; estos decretos fueron de aplicación inmediata y por ello los religiosos se vieron obligados a abandonar sus conventos que fueron saqueados y destinados a otros usos.
El padre Victorino Rocha, Superior Provincial durante esos años, en carta dirigida a Pío IX se expresa así: “mi corporación ha quedado reducida a siete religiosos católicos que no han doblado la rodilla ante el tirano, entre ellos un anciano octogenario. Otros dos, se hallan en el destierro, y otros tres o cuatro fuera del claustro en parroquias, y los demás sometidos al actual gobierno”.


Desde 1861 hasta el presente
Restauración, expansión, fortalecimiento,
división y estabilización


Luego de que en 1861 el general Mosquera despojara a las comunidades de los bienes y exclaustrara a sus miembros, con buena fortuna la comunidad salvó el convento de Ráquira que fue comprado por el padre Norberto Valbuena en 1864 y parte del convento de Bogotá.


Una vez disminuyó el anticlericalismo, pidieron ayuda a Madrid, pero tardó 24 años en llegar porque sólo en 1888 la primera misión restauradora puso sus pies en Colombia; la empresa era ardua, pero se pudo realizar dado el esfuerzo de sus integrantes y las circunstancias políticas, tanto de Colombia como de Filipinas, que facilitaron la incorporación de 65 religiosos agustinos recoletos españoles entre 1888 y 1898.


El superior de la primera misión restauradora, fray Ezequiel Moreno, tuvo presente los diferentes elementos de la espiritualidad recoleta: vida común, celo apostólico y sobriedad de vida.


Se preocupó por implantar la vida común en El Desierto y revivir la tradición misionera de la Provincia regresando a Casanare en 1891 donde fue creado, tres años después, el primer vicariato apostólico entregado a la Orden.


Desde la restauración, la Provincia ha venido trabajando, a pesar de las dificultades, con vitalidad, en su avance espiritual y material. Desde 1911 se han realizado con la correspondiente periodicidad los capítulos provinciales, con excepción del de 1941, por divisiones internas que se presentaron en la época.


De la vitalidad de la Provincia da cuenta el ingreso en el apostolado educativo y el nacimiento de otras dos provincias de la Orden: San Agustín y La Consolación; la primera en 1943 con sede en Estados Unidos, la segunda en 1961, por decisión de la curia general, con sede en España y ministerios allí y Centroamérica.


En el 2000 fue erigida la diócesis de Yopal y el Vicariato Apostólico de Trinidad, dividiendo en dos jurisdicciones el antiguo Vicariato de Casanare y encargándole a la Provincia la evangelización del nuevo.


Ese mismo año la Provincia comenzó a proyectarse a otro país, después de la corta experiencia de la casa de Puerto Píritu en Venezuela, y en el 2001 llegó a Chile donde actualmente se tienen cuatro ministerios: uno en Talca, dos en La Serena y uno en Santiago.


Además de lo dicho, no se puede olvidar que la comunidad de agustinos recoletos también ha hecho presencia apostólica en otros lugares de Colombia a lo largo de estos cuatrocientos años.


Son fundaciones que en su momento fueron importantes pero que con el paso de los años, no fructificaron y la comunidad tuvo que dejarlas por diferentes circunstancias. Tal es el caso de: Vélez, en Santander; Tocaima, Cota y Guaduas, en Cundinamarca; Neiva, en Huila; la isla Santa Catalina; Espinal, Fresno, Melgar y Honda en Tolima; Chámeza, Moreno, Aguazul, Monterrey, Tauramena, Recetor, Hato Corozal, San Luis de Palenque y Támara, en Casanare; las misiones de Tumaco, que comprendían la costa pacífica de Nariño, Cauca y Valle, con los pueblos de: Tumaco, Barbacoas, Ricaurte, Puerto Merizalde y Guapi; Manzanares en Caldas; Pradera, Cartago y Candelaria, en el Valle; Ciénaga y Santa Marta, en Magdalena; Pajarito y Tunja en Boyacá.

Los apostolados actuales

Como toda institución, la Provincia Nuestra Señora de la Candelaria, tiene su sede administrativa en la Casa Provincial. Durante muchos años esta sede funcionó en el centro de Bogotá, en las instalaciones del Convento de la Candelaria.


Andando el tiempo se tomaron determinaciones siendo trasladada al barrio Boyacá, al occidente de Bogotá en 1966; luego tuvo un breve receso entre 1969 y 1975 cuando regresó a su antigua sede; después volvió al barrio Boyacá y desde entonces ha sido la sede de los gobiernos provinciales.

Desde esta casa, de alguna manera, se coordina, al menos esa es la teoría, la vida y el trabajo ministerial de la comunidad en cinco frentes primordiales: misiones, parroquias, colegios, centros cultuales y casas de formación; en estos cinco frentes se plasma la acción apostólica de la Provincia que en estos momentos está conformada por 26 comunidades locales (22 en Colombia y 4 en Chile) y 34 ministerios: 6 parroquias de misión, 14 parroquias urbanas (19 en Colombia y 3 en Chile), 7 colegios, 4 centros cultuales (3 en Colombia y 1 en Chile) y 3 casas de formación.